Aunque sea lamentable decirlo, a muchos niños no les gusta ir al colegio. Sin embargo, en su gran mayoría deliran por acompañar a los padres a comprar los útiles del nuevo año o ya de adultos, recuerdan esos momentos con nostalgia. Por otro lado, los que manejan el presupuesto necesitan encontrar el lugar idóneo, bien surtido, donde adquirir unos artículos de oficina y/o escolares, de buena calidad y baratos.
¿Por qué razón esa emoción que sienten los muchachos al ayudar a forrar libretas y cuadernos, sacar punta a todos los colores e identificar cada pieza se pierde después de unos días? ¿Cuál es la causa de que la primera semana salten de la cama al primer timbrazo del reloj despertador y luego comiencen a remolonear para no levantarse sino al último minuto?
Este es un asunto que preocupa grandemente a la colectividad estudiantil. Papá y mamá saben que la educación es parte fundamental del éxito en la vida y que los años de escuela constituyen la base formal del aprendizaje. De manera similar, los maestros y profesores dan lo mejor de sí mismos, preparando el material con objeto de que resulte interesante y ameno, consiguiendo tan solo la atención de un reducido grupo de alumnos.
Probablemente el problema esté en el exceso de estímulo que reciben los pequeños hoy. La televisión, los videojuegos, los centros comerciales e Internet, todo se confabula para atraer la atención de las criaturas y ¿quién quiere leer el cuento de La Bella Durmiente cuando puede verlo en dibujos animados o con personas reales, recostado en el lecho, a cualquier hora del día?
Los tiempos cambian, pero las necesidades permanecen. Los estudiantes siguen requiriendo información y mientras más deseosos estén de recabarla mayor es la eficiencia del proceso. Combinemos la tecnología moderna con el sistema tradicional para que aún en Junio anhelen seguir usando sus implementos de estudio.